Esta nueva novela de Chan, Lo que el viento nos trajo, nos habla de asuntos muy diferentes. Se trata de una trama, intrigante desde las primeras páginas, con varias historias que avanzan entrecruzadas.

En ella se habla de amistad desinteresada, de intereses asesinos, de un flechazo amoroso y de cómo la moderna tecnología (en este caso las plantas de energía eólica) tiene dos caras, una amable y otra peligrosa, que no se puede dejar de vigilar. También nos habla de que los estudios y conocimientos académicos no pueden sustituir a la intuición, la inteligencia natural, la curiosidad y la observación cotidiana, sino que, por el contrario, las necesitan.

En ésta novela, como en las anteriores, la escritura de Chan es clara, directa, y está al servicio de lo que quiere contar. También como en las otras novelas, me llama la atención, su capacidad para salpicar el relato con pequeños detalles, quizá secundarios, sin importancia, que son propios de un buen observador y que dan color a la historia y la hacen más cercana. Por último, esta novela también comparte con las otras el mismo escenario de fondo: Facinas, con sus calles, su gente, su viento, y la variedad de los paisajes de sus alrededores.